14 de junio de 2013

LOS GRANDES CAPITALES ABANDONAN ARGENTINA, OTRA VEZ

Por Brian Winter
Más de una década después del épico colapso financiero de Argentina del 2001/2002,
muchos inversores están abandonando el país nuevamente.
Desde grandes compañías chinas y brasileñas, como la minera Vale SA, hasta propietarios de pequeños negocios y ahorristas, los temores a una nueva crisis provocaron la cancelación de inversiones y la salida de maletas repletas de efectivo.
El éxodo masivo, que sólo pudo ser frenado por los controles de capitales impuestos por la presidenta Cristina Fernández, está amenazando con socavar aún más la tercera economía de Latinoamérica, dejándola con escasa liquidez y pocos puestos de trabajo nuevos.
Los problemas van desde el trato hostil que da la presidenta al sector privado, severas distorsiones financieras, como el tipo de cambio paralelo, hasta la sensación generalizada de que Argentina está a punto de sufrir uno de los periódicos espasmos que han afectado al país cada 10 años desde 1930.
Algunos creen que esos temores son exagerados, argumentando que Argentina ha desafiado las predicciones apocalípticas en la última década, que fue el mejor período económico del país desde la Segunda Guerra Mundial.
Igualmente, para muchos la sensación es que se está gestando una tormenta.
"El final de esta historia ya fue escrito y termina en crisis", dijo Roberto Lavagna, quien como ministro de Economía entre el 2002 y el 2005 ayudó a crear el marco del actual modelo económico argentino, focalizado en la exportación.
Aunque todos coinciden en que ninguna crisis sería tan mala como el colapso del 2001/2002, durante el que hubo revueltas sociales, dos presidentes renunciaron y la economía se desplomó, podría ser suficiente como para afectar la vida cotidiana de los argentinos y los planes de negocios.
Apostando a medidas de corto plazo, como los controles de precios y la prohibición para la compra de dólares, Fernández podría estar sólo demorando lo inevitable, mientras acumula aún más problemas.
"Mientras más quieran postergarlas (medidas para recuperar la confianza), peor serán las consecuencias", dijo Lavagna, quien formó parte del Gobierno de su antecesor y esposo de Fernández, Néstor Kirchner, antes de que la pareja comenzara con lo que él considera la agenda anti-negocios.
"No se puede tener crecimiento sin inversión", agregó.
Ministros clave de la administración de Fernández se negaron a ser entrevistados para este artículo.
Luego de una fuerte desaceleración de la economía argentina el año pasado y las crecientes preocupaciones en lugares como Washington y Brasilia, Reuters habló recientemente con unas dos docenas de figuras relevantes de la industria, las finanzas, la academia y la política para tratar de analizar adónde se dirige el país.
Algunos se negaron a hablar "on the record", mencionando los crecientes esfuerzos del Gobierno de Fernández por intimidar a sus críticos.
Aún entre aquellos que no están involucrados en el proceso político, la sensación es que Argentina cayó en su viejo hábito de alejar el capital privado, una de las principales razones por las cuales desde 1930 se viene distanciando del lugar que ocupaba entre las naciones más ricas del mundo.
"No se puede sostener lo que están haciendo ahora. Es difícil creer que está sucediendo nuevamente", dijo David Rock, profesor de la Universidad de California, en Santa Barbara, y autor de varios libros sobre la historia económica argentina.
INDISCIPLINADO
Argentina ha sido algo indisciplinado en sus finanzas por años. Desde la cesación de pagos de 100.000 millones de dólares durante la última crisis, el país quedó sin acceso a los mercados de capitales y es considerado un lugar de alto riesgo para hacer negocios.
Fernández confiscó los fondos de pensión privados para ayudar a pagar deudas en el 2008 y nacionalizó algunas compañías.
Su Gobierno es ampliamente acusado de manipular datos económicos, la inflación está alrededor del 25 por ciento y las firmas extranjeras no pueden repatriar utilidades.
Hasta hace poco, sin embargo, la economía continuaba creciendo y, la mayoría de las veces, a una tasa del 8 por ciento anual o aún superior.
¿Entonces qué cambió?
Primero, el efecto de años de alta inflación, lo que hizo que las industrias argentinas pierdan competitividad mientras que los precios de sus productos de exportación clave, como la soja, están cayendo.
Y segundo, los principales socios comerciales con los que el país aún no se ha enfrentado, también empezaron a darle la espalda.
La decisión de Vale en marzo de cancelar una inversión de 6.000 millones de dólares en una nueva mina de potasio fue emblemática.
La compañía, que es fuertemente influenciada por el Gobierno brasileño, se marchó debido a la creciente brecha entre el tipo de cambio oficial y el del mercado negro, que la hubiera forzado a asumir costos en dólares a un nivel 50 por ciento más alto que las ganancias que recibiría.
Inmediatamente, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, exigió una reunión con funcionarios brasileños.
En el encuentro, Moreno amenazó con ordenar detener a ejecutivos de Vale a menos que la compañía reviera su decisión, de acuerdo con tres funcionarios brasileños con conocimiento de la conversación.
Ni Moreno ni sus portavoces respondieron a los varios requerimientos para que comenten sobre la información. El ministro de Economía, Hernán Lorenzino, tampoco respondió a un pedido de entrevista.
El trato hostil, y otros recientes cortocircuitos, enfurecieron a la presidenta brasileña Dilma Rousseff y provocaron que su Gobierno bajara de categoría a la relación entre su país y Argentina, dijeron dos altas fuentes diplomáticas.
Las dificultades en las relaciones con China se han mantenido bajo discreción, pero han sido preocupantes.
El grupo de granjas estatales Heilongjiang Beidahuang, una compañía china de inversión, había acordado ayudar a construir varios proyectos, desde parques eólicos a mejoras en la red ferroviaria en la provincia de Buenos Aires.
"Lo que pasa es que esos temas se han ido demorando un poco por la situación política de Argentina", dijo Oscar Gómez, un asesor del grupo.
"Hoy por hoy, el dinero que traen presupuestado a los dos meses no les alcanza. Todo juega en contra de la Argentina. Hoy no hay inversión porque a nadie le conviene", agregó en referencia a la alta inflación y el sistema cambiario, entre otros factores.
ENFRIAMIENTO DE LA INVERSION LOCAL
Compañías chinas también suspendieron o demoraron enormes inversiones en hidrocarburos no convencionales y urea, dijo Diego Guelar, un ex embajador ante Estados Unidos y autor de un libro a punto de ser publicado sobre las relaciones entre Buenos Aires y Pekín.
"Brasil y China eran nuestros últimos socios con dinamismo, entonces, ¿ahora qué?", dijo Guelar. "¿Quién va a crear puestos de trabajo?", resaltó.
La respuesta no parece estar en las compañías argentinas. El índice de confianza empresarial de la Universidad de Belgrano cayó un 4,4 por ciento interanual en el primer trimestre a niveles cercanos a los vistos durante la crisis financiera global del 2008/9.
Economistas dijeron que el sector privado probablemente no creó nuevos empleos netos el año pasado, con sólo el Gobierno generando nuevos puestos de trabajo. El desempleo se incrementó un punto porcentual en el primer trimestre al 7,9 por ciento, su máximo de tres años.
Algunos seguidores de Fernández argumentan que el robusto consumo doméstico será suficiente para sostener la economía. Y es verdad que, a diferencia de la última crisis, las famosas parrillas de Buenos Aires y sus bares lucen repletos de personas hasta bien pasada la medianoche.
"Es cierto que hay un problema severo de inversión privada, pero eso siempre fue un tema acá", dijo el analista político Artemio López.
"Tenés capital especulativo e improductivo que siempre se fuga cuando tienen la oportunidad de hacerlo", agregó.
No todos están huyendo. La petrolera estadounidense Chevron Corp dijo el mes pasado que planea invertir hasta 1.500 millones de dólares en hidrocarburos no convencionales en Argentina.
Y todavía hay cerca de 500 empresas estadounidenses en el país sudamericano y muchas generan ganancias y continúan invirtiendo, según una fuente cercana a esa comunidad empresarial.
Pero, la misma fuente concedió que en muchos casos no hay otra opción que realizar inversiones ya que los controles de capitales impuestos por Fernández no permiten repatriar utilidades.
"ES TRAGICO"
Estadísticas oficiales, cuestionadas frecuentemente en Argentina, sugieren que los controles ayudaron a contener la salida de fondos, al menos por ahora.
La fuga de capitales neta se redujo a 3.400 millones de dólares en el 2012 desde 21.500 millones de dólares en el 2011, con un pequeño saldo positivo de 110 millones de dólares en el primer trimestre de este año, según el Banco Central.
Otra evidencia muestra que la presión del dinero que busca abandonar el país se está intensificando. En los últimos meses, Fernández aprobó diferentes medidas para limitar los retiros de efectivo en el extranjero usando tarjetas de crédito e impuso recargos para la compra de pasajes aéreos.
La demanda de divisas fuertes es tan alta que los argentinos están dispuestos a pagar un premio del 60 por ciento sobre la tasa oficial de cambios para hacerse de dólares en el mercado negro.
Muchos creen que Fernández sólo está tratando de mantener la economía en funcionamiento hasta las elecciones legislativas de octubre, lo que provoca que los ahorristas busquen refugiarse en el billete verde.
Los argentinos frecuentemente cuentan en privado historias sobre los dólares que guardan en cajas de seguridad en bancos o bajo sus colchones, y cómo aprovechan viajes al exterior para sacar sus ahorros del país.
"Nadie quiere ser el último", dijo Marcos Aguinis, autor de varios best sellers políticos y novelas.
"Es trágico por ser tan previsible, pero esto claramente se está desmoronando de nuevo", agregó.
Una de las frases más escuchadas en Buenos Aires es que llegó el "fin del ciclo", un concepto típicamente argentino para referirse a la noción de que la economía, y muchas veces los gobiernos, colapsa regularmente para dejar paso a algo nuevo.
Entonces, ¿por qué eso continúa pasando?
"He estado intentando responder a esa pregunta durante 50 años", dijo el historiador Rock. "Para ser honesto, aún no lo sé", concluyó.


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