Fuente:
El Universal
Los
venezolanos no están contentos con la situación del país. Ocho de cada diez
consultados en la última encuesta de Datanálisis califican de “negativa” la
coyuntura actual. Pero este año, a diferencia de 2014, no parece que el
descontento se vaya a materializar en forma de protestas ni se vislumbra
claramente en qué se traducirá ese malestar que reflejan todas las encuestas.
Datos
recolectados por Datanálisis señalan que 77% de los venezolanos no tienen
ninguna intención de participar en protestas pacíficas, mientras que 88%
rechaza participar en manifestaciones con barricadas (guarimbas).
“En
Venezuela hay en estos momentos una situación que algunas personas llaman de
pasividad. Porque en realidad la crisis económica es tan severa que uno
podría esperar que la población estuviera exigiendo que le resolvieran
sus problemas”, afirmó el presidente de Datanálisis, Luis Vicente León.
Para
el economista y profesor universitario pueden existir varios motivos para que
esto ocurra, entre los que cita: la criminalización de la protesta; el miedo a
la represión, luego de los sucesos de 2014, y la frustración de sentir
que no se logran los objetivos, aunque en el pasado la protesta haya servido
para conseguir reivindicaciones salariales e incluso políticas, como fue el
caso del decreto 1.011 del ministerio de Educación, que tuvo que ser anulado
luego de la presión social que se generó.
Aquí ya pasó algo
Aunque
la mayoría de los venezolanos no se sienten motivados a manifestar en las
calles, son muchos los que ante la situación económica afirman que “aquí
tiene que pasar algo”. Así lo relata la socióloga y profesora universitaria
Genny Zúñiga quien considera que la ruptura social que los venezolanos están
esperando ya ocurrió, sólo que no fue la esperada por muchos.
“Nosotros
creemos en el colectivo, en el imaginario que es posible que pase algo. Eso que
pensamos, cuando lo imaginamos en realidad, es un estallido social, un brote de
desorden social”, afirmó. La socióloga explica que detrás de este pensamiento
está la memoria histórica del Caracazo, hecho que el venezolano asocia a la
disconformidad ante ajustes económicos.
Zúñiga
agrega que tal quiebre en el orden social ya ocurrió, y no fue generado por
protestas o explosiones sociales. “Si tu tienes a una buena parte de los
ciudadanos del país en condiciones de desventaja en el tema de la vivienda,
en el tema de los ingresos, en el tema del empleo -porque no tienen
empleos de calidad porque no ganan lo suficiente- eso ya significa un
quiebre social, no hace falta una revuelta”, explicó la socióloga quien
participó en el estudio sobre condiciones de vida del venezolano del 2014,
realizado por la Universidad Católica Andrés Bello, la Universidad Central de
Venezuela y la Universidad Simón Bolívar .
Zúñiga
afirma que esta situación mantiene a la población “anestesiada” buscando la
satisfacción de sus necesidades básicas para sobrevivir, mientras que otro
tanto de la población hace planes para emigrar.
Canalizar el descontento
Para
Luis Vicente León existe una diferencia entre el hecho de no querer manifestar
y la pasividad de la ciudadanía.
“Que
tu no salgas a la calle a protestar no significa que seas pasivo. Tú puedes
estar drenando tu energía hacia otro lado. Si la gente estuviera brindando
apoyo político hacia los líderes de la oposición para ganar una elección
parlamentaria eso no sería pasividad, eso sería una acción política”, afirmó el
economista.
De
la misma opinión es Zúñiga quien considera que una buena forma de canalizar el
deseo de la población de que “aquí pase algo” puede ser a través de las
elecciones Parlamentarias.
De
hecho, Datanálisis señala que 70% de la población está dispuesta en participar
en los comicios, la cifra se acerca mucho al 77% que manifestó no estar
interesado en salir a la calle a protestar.
El
economista agrega, sin embargo, que esta forma de participación también está
debilitada. “La gente está más preocupada por su día a día, por comprar comida,
por resolver el problema de las medicinas o por como consigue una escuela, que
por exigir los cambios que el país requiere para mejorar su vida”, afirmó.
Destacó
que muchos creen que la caída de la popularidad del Gobierno se traducirá de
forma natural en un incremento de votos por la oposición. Y aunque afirma que
si puede haber una buena cantidad de votos en contra del gobierno, quedará en
manos de la oposición el capitalizar o no “ese campo fértil” de gente que no se
siente atendida por la oferta política.