Basados
en el informe de condiciones de vida realizado por especialistas de la
Universidad Simón Bolívar (USB), Universidad Central de Venezuela (UCV) y la
Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), nos proponemos presentar en este post
un resumen de algunos de los resultados que más destacan en ese estudio. El
informe propone una revisión a fondo de las estadísticas sociales en Venezuela
y, a nuestro parecer, desmonta una serie de opiniones, tanto oficialistas como
opositoras, sobre las condiciones sociales de Venezuela que vale la pena
revisar. Adionalmente, en Ecoanalítica hemos sumado algunas opiniones al
análisis, dividido en siete claves.
1.
Sin suspicacias. Según
las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en la última década
nuestro país ha tenido un comportamiento muy positivo en el mercado laboral,
con una reducción constante de la tasa de desempleo e informalidad. A pesar de
las suspicacias sobre esta cifra, la metodología de medición del empleo usada
en Venezuela se fundamenta en la norma de la Organización Mundial del Trabajo
(OIT) la cual estipula que, para efectos de las encuestas, una persona se
considera ocupada si trabajó al menos una hora la semana previa a la misma.
Sin
embargo, en el estudio se “escudriñan” estas cifras y se suman indicadores que
hablan de una situación que no es tan positiva. En el informe se expone que el
bajo nivel de desempleo para toda la población no revela otros déficits en el
mercado laboral ni el tipo ni de la calidad de los empleos existentes.
2.
No todo es color de rosa. El
estudio revela que existen factores preocupantes dentro del mercado laboral
venezolano. Las estadísticas de empleo estudiadas en Venezuela no tratan el
tema de la subocupación o empleo precario. Según la OIT, en muchos países
subdesarrollados se calcula el subempleo, puesto que el desempleo constituye
tan solo una parte del problema. Son considerados subempleados aquellas
personas que trabajan menos horas de la jornada semanal legal (40 horas),
perciben menores ingresos que el salario mínimo o sacan menos partido de sus
competencias. De esta manera, al sumar el desempleo abierto más los ocupados
con jornadas de 15 o menos horas, tenemos un “déficit del mercado laboral” en
Venezuela que llega al 11,0%.
3.
Cada vez menos productivos. Aunado
a esto, tenemos que los ingresos promedio, independientemente de la categoría
ocupacional, se ubican cerca del salario mínimo de referencia, lo que demuestra
la ausencia de una política de salarios que se vincule con niveles de
productividad y nos deja solo con la realidad de que el sueldo mínimo es la
única política salarial.
Al
observar el comportamiento de la productividad en los últimos años, tenemos que
la productividad no ha crecido a la par de la nómina, especialmente la pública.
Entre 2002 y 2014, mientras que la producción por trabajador del sector privado
ha disminuido 24,6%, durante el mismo periodo la productividad por trabajador
del sector público ha caído 60,6%, lo que lleva a que la productividad de la
economía global haya descendido 49,6% en esos años.
4.Cada
día más pobres. Otra
parte del estudio llamada “Pobreza y misiones” muestra que desde hace 16 años
Venezuela tiene casi el mismo nivel de pobreza por línea de ingresos. Los
hogares en situación de pobreza por línea de ingresos pasaron de ser 45,0% en
1998 a 48,4% en 2014. Para ser precisos estaríamos hablando de 3.538.930
hogares que están en situación de pobreza de ingresos. En pobreza extrema se
encuentran, según el estudio “Pobreza y misiones”, 1,7 millones de hogares y en
pobreza no extrema 1,8 millones.
El
problema real surge cuando la pobreza coyuntural se convierte en pobreza
estructural. En el caso específico de Venezuela, utilizando el Método Integrado
(Pobreza Coyuntural/Pobreza Estructural), según el estudio “Pobreza y
misiones”, se observa que lo que ha ocurrido es un aumento muy importante de la
pobreza reciente, lo cual si no se atiende podría pasar a ser pobreza
estructural.
5.
“El Dorado” desperdiciado.Si
consideramos que en los últimos 15 años Venezuela ha vivido el mayor boom
petrolero de su historia, podemos afirmar que esto no se tradujo en bienestar
ni en mejor calidad de vida de la población.
Con
dos años de recesión económica (2013-2014) hemos visto retroceder lo que se
había mejorado gracias al boom
petrolero 2004-2008. Según el estudio “Pobreza y misiones”, la situación social
actual, medida por los niveles de pobreza de ingresos, nos coloca en un nivel
muy parecido al de nuestros peores años (1989, 1992 y 2003). Periodos en los
que no existía la combinación de elementos como estanflación, inseguridad,
descontento social y alta polarización política, como ocurre en la actualidad.
6.Desmontando
el mito. Lo
más preocupante es que las consecuencias sociales de la recesión solo están
comenzando. Las políticas sociales, que se supone fueron diseñadas para
amortiguar los impactos negativos de la economía en el bienestar de la
población, son mecanismos que no han tenido el alcance prometido.
Es
interesante analizar el fenómeno de las misiones bajo la óptica de que parecen
ser masivas cuando en realidad no lo son. Según el estudio “Pobreza y
Misiones”, el número total de beneficiarios supera levemente los dos millones
de personas, lo que representa una reducción de 19,6% con respecto a los 2,5
millones de beneficiarios que se reconocían como tal hace cinco años.
La
misión con mayor número de beneficiarios es la Misión de Alimentación/Mercal,
que favorece a 1.923.383 personas; sin embargo, según el estudio “Pobreza y
Misiones”, su población meta era de 12.637.667 personas, lo que significa que
tan solo se ha alcanzado el 7,3% del objetivo. Del porcentaje de cobertura, solo
un 48,1% de las personas pertenece a la población objetivo del programa, lo que
disminuye aún más el alcance de la misión.
7. Más
vale prevenir que lamentar. Gracias
a estudios como estos, que presentan indicadores que complementen y enriquecen
las estadísticas oficiales, se podría empezar a implementar medidas que ataquen
las deficiencias del mercado laboral venezolano.
La
situación se torna aún más preocupante al seguir deteriorándose la condición
económica, social y política que vive actualmente Venezuela; y la respuesta
social es impredecible. Ya estamos en caída libre, pero recordemos que siempre
se puede estar peor.