8 de febrero de 2014

LOS CONSEJOS COMUNALES: ¿BURBUJAS DE LIBERTAD?

Por: Armando Janssens
Fuente: El Nacional

Hoy en día, los consejos comunales forman parte del paisaje nacional. En casi todos los barrios, pueblos y aldeas, y hasta en urbanizaciones de la clase media, los consejos comunales están presentes. Fueron y son promovidos desde el Estado. Están definidos por un conjunto de leyes y reglamentos que todavía deben seguir ajustándose a la gran fantasía de un Estado comunal. Pretenden ser la máxima expresión de socialismo del siglo XXI y, según sus promotores, se convertirán, con el tiempo, en el núcleo dinamizador de toda la sociedad: en lo político, lo social, lo económico, lo cultural y hasta en lo ético. Es un sueño utópico que, desde hace un par de siglos, logra unir, en algunas partes, a un gran número de adictos, hasta que la dura realidad muestre su limitación y su fracaso inevitable. En estos últimos años se destinan para su implementación grandes recursos económicos. Alguien calculó que el año pasado, los consejos comunales recibieron más recursos que todas las alcaldías juntas, lo que da una idea de la importancia que el gobierno y el partido oficial dan a los consejos comunales como instrumento revolucionario de la sociedad venezolana.
Como es conocido por muchos, desde hace tiempo, funcionan organizaciones barriales con diferentes denominaciones y metodologías de trabajo. Son idóneos instrumentos sociales en el proceso de crear una base de ciudadanía y de convivencia democrática en un país que, en los últimos sesenta años, conoció un crecimiento poblacional excepcional e intenta convertirse en un país integrado y desarrollado. Todos estos grupos tienen en común: organizar a la gente para trabajar conjuntamente en las necesidades más sentidas, hacerse sentir en su comunidad y en su interlocución con las instancias oficiales. Los conocemos –aún hoy en día– como juntas parroquiales, asociaciones de vecinos, grupos culturales, clubes deportivos, cooperativas y muchos otros de diferentes quehaceres. Forman un colorido conjunto de una rica sociedad en crecimiento pluralista. Viven del trabajo voluntario, con pocos medios a su alcance, pero con una gran entrega que nace de una genuina preocupación social.
También, en decenios pasados, los partidos y los gobiernos de turno intentaron apropiarse o meter sus manos en estas organizaciones. Tales intentos les ha costado caro en su credibilidad democrática, con los resultados conocidos. Demasiado tarde lo reconocieron.
Pero hoy en día vivimos en grado superior y sesgado la misma historia. No se trata solo de un intento de aprovecharse de estas organizaciones, sino de convertirlas en una estructura del Estado y su partido, en gran parte politizada e ideologizada. Es lo contrario de lo pretendido anteriormente. En lugar de que la sociedad sea la fuente de lo público, ahora es el Estado y su partido el que se apropia de las comunidades y de sus expresiones, por medio de una estructura legal, política y financiera. Y todo esto acompañado de un discurso ideológico que se repite con insistencia hasta el cansancio. La tan deseada pluralidad y convivencia ciudadana se encierra en estructuras de las que progresivamente nada se escapa. Hasta produce, en muchas instancias, un ambiente de miedo para no ser considerado un opositor. Sin desconocer la dedicación y el entusiasmo de muchos de sus integrantes, sin querer y saber se convierten en peones del Estado omnipotente.
De esta manera, se pierde la soberanía de estos consejos que, poco a poco se acoplan a los lineamientos de arriba, perdiendo su propia iniciativa y creatividad. A pesar de que hay elecciones de los responsables, se sabe muy bien qué tipo de gente escoger para asegurar la necesaria fidelidad. El hecho de que pueden acceder a recursos del Estado para proyectos comunitarios, y que se disponen, algunas veces, de recursos cuantiosos, despiertan las ansias de muchos integrantes o grupos para tener acceso a su manejo y a sus beneficios. Hasta donde se puede observar, el manejo pulcro del dinero y sus asignaciones oportunas –con contadas excepciones– son el talón de Aquiles de esta dinámica. El deseo de tener poder, tan presente entre nosotros, y el afán de aprovecharse de él, no existen solo en las altas esferas de la sociedad, sino también es algo común en nuestras comunidades populares. Sin el desarrollo de capacidades que equilibren y orienten sus actitudes y actividades, estamos generando un deslave humano que más temprano que tarde tendrá sus consecuencias.
He aquí un amplio campo de trabajo para las organizaciones sociales que disponen de capacidad formativa y de acompañamiento organizativo. Un espacio de actuación y de influencia que no se puede desconocer. Con frecuencia hay discusiones encontradas sobre si la sociedad civil organizada (ONG de desarrollo social) debe apoyar o no los consejos comunales debido a la dependencia de estos del Estado y del partido oficialista, y a su marcada tendencia ideológica.
El argumento afirmativo es el de no apoyar de manera indiscriminada a consejos comunales dependientes, sino más bien apoyar positivamente a líderes y a  integrantes que manifiesten deseo  de formarse en tareas comunitarias. En el manejo responsable de los recursos financieros, en el campo de la ética y su aplicación en la administración tenemos una palabra a aportar. Ya hay experiencias acumuladas, y una variedad de iniciativas que apuntan a la creación de una conciencia autónoma, acompañada de una conducta más responsable en la acción pública como resultado de esfuerzos promovidos desde la sociedad civil.
Evidentemente, los consejos comunales no son burbujas de libertad, sino más bien lo contrario. Son dinámicas impuestas, diferentes a nuestra concepción de sociedad libertaria. A pesar de eso, también en ellos podemos encontrar mentes abiertas y espacios de acción que permiten promover cambios hacia una verdadera sociedad de todos.

6 de febrero de 2014

"EL CIELO ENCAPOTADO..."

Por: Teodoro Petkoff
Fuente: Diario Tal Cual


En la FAN parecen estar soplando vientos de fronda -como decían los franceses cuando el cielo se encapotaba y se anunciaban tiempos tormentosos. Tratándose de la fuerza armada, la única "cosa rara" que allí puede ocurrir es una conspiración

En la FAN parecen estar soplando vientos de fronda -como decían los franceses cuando el cielo se encapotaba y se anunciaban tiempos tormentosos.

El recién ascendido capitán Diosdado Cabello ha dado unas declaraciones que, por decir lo menos, suenan como si en el seno de la institución armada estuvieran pasando "cosas raras", para decirlo con su propia expresión. "Quien ande con cosas raras", dijo Cabello, "aún tiene tiempo de arrepentirse".

¿A quién va dirigida esta singular admonición? ¿Quién anda con cosas raras? Además, ¿qué son "cosas raras"? ¿De qué tendrían que arrepentirse los así interpelados? Tratándose de la fuerza armada, la única "cosa rara" que allí puede ocurrir es una conspiración.

¿Sugiere entonces, el capitán Cabello, que si en la FAN ocurren "cosas raras" es porque hay gente conspirando? ¿A qué otras "cosas raras" puede dedicarse alguien en la institución armada como no sea a conspirar?

Eso explicaría por qué el capitán Cabello hace un realmente angustioso llamado a la unidad de la FAN, acechada, según él, por fuerzas que pretenden dividirla. "Nos van a atacar, van a intentar dividirnos".
¿Quién puede intentar tamaña empresa como no sea desde dentro de la FAN misma? Dividir esta desde fuera es poco menos que imposible. Debemos concluir, entonces, que según el capitán Diosdado Cabello dentro de la FAN hay gente empeñada en "dividir" la institución.

En dos platos, Diosdado sugiere que hay en marcha una conspiración, ante la cual, el remedio, como siempre, es el de aconsejar "la unidad". "Tenemos que unirnos", dice Cabello, pero, alerta, "unidos de verdad, sin zancadillas, sin chismes".

Más claro no canta un gallo. De las palabras del capitán retirado, pero que conoce ese, su mundo, se puede inferir que hoy la FAN es un hervidero de "chismes y zancadillas". Sólo faltan ­si es que no las ha habido ya­ aquellas inefables "trompadas estatutarias" a que hiciera referencia Gonzalo Barrios, hace mil años, ante una de las frecuentes trifulcas internas en su partido, que solían solventarse a puñetazo limpio y uno que otro tirito.

En su no tan críptica exhortación, el capitán Cabello sugiere la presencia de "traidores". "El que quiera traicionarnos", advierte que se va a estrellar contra "el pueblo unido". "Traidores" hay, pues, porque Diosdado no se anda por las ramas y llama al pan, pan y al vino, vino.
De hecho, advirtió otra posibilidad: que hay gente en la FAN que pretendería separarla del pueblo, para "aliarla con la burguesía". No es propiamente con balines de flower que disparó Diosdado sino con salvas de cañón.

Que un personaje de su envergadura (presidente de la Asamblea Nacional, vicepresidente del partido) haya dicho lo que dijo sugiere que como reza la vieja canción federal, "el cielo encapotado anuncia tempestad". No habla de gratis Diosdado.



4 de febrero de 2014

MALANDRINES IDEOLÓGICOS

Por: José Rafael López Padrino
Fuente: Soberania.org

El Socialismo del siglo XXI se trata de un proyecto explotador burgués-militarizado, pero con una falaz retórica socialista-bolivariana

La charlatanería política y los remedos ideológicos se han impuesto en nuestra América Latina. Numerosos movimientos o partidos políticos que han ejercido funciones de poder o todavía lo ejercen se han autocalificado de “socialistas”. Sin embargo, sus gestiones de gobierno han sido totalmente contrarias a los postulados que dicen representar.
Los casos más emblemáticos de estas adulteraciones y falsificaciones ideológicas en Latinoamérica han sido los regímenes de Juan Domingo Perón en Argentina, el de Juan Velasco Alvarado en Perú, el de Getulio Vargas en Brasil, el de Juan José Torres en Bolivia en el siglo pasado. Habría que añadir a esta lista de truhanes ideológicos los nombres de Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua y del fallecido comandante galáctico.
El proyecto bonapartista del fenecido tte. coronel representa un excelente ejemplo de esta grotesca falsificación filosófica. Impostura ideológica donde el vocablo socialista carece de su connotación contrahegemónica y se convierte en una herramienta destinada a embaucar a las masas de trabajadores y explotados. Llama poderosamente la atención de que se hable del “socialismo del siglo XXI” y no en el siglo XXI. La propuesta del tte. coronel es un “socialismo diferenciado”, desarticulado históricamente del pasado y sin vinculación alguna con los planteamientos y las luchas socialistas del siglo XIX y las experiencias históricas del siglo XX. Se trata de un proyecto explotador burgués-militarizado, pero con una falaz retórica socialista-bolivariana.
La propuesta del socialismo del siglo XXI, es una verdadera colcha de retazos ideológicos en la cual se trata de integrar propuestas francamente antagónicas. Es una vulgar copia de viejas y desactualizadas consignas, aderezada con los dislates del “comandante eterno”. Por ejemplo, el sujeto social del planteamiento socialfascista no son los trabajadores, como sería lo propio de un movimiento verdaderamente socialista, sino el lumpen-proletario, conglomerado social formado por desclasados y que por su alto grado de alienación carecen totalmente de una conciencia revolucionaria (La Ideología Alemana, Marx y Engels, 1845).
La puesta en práctica de la propuesta socialfascista del tte. coronel, lejos de impulsar una nueva estructura económica y social está permitiendo el surgimiento de un viejo Capitalismo de Estado profundamente centralista y autoritario, promocionado falsamente como socialismo. El proyecto hegemónico capitalista no se ha debilitado, sino por el contrario se ha reforzado con el surgimiento de nuevos actores sociales (la boliburguesía).
En efecto, la pobreza y la exclusión se han incrementado, el desempleo, el subempleo la tercerización laboral se han acrecentado, los trabajadores carecen de seguridad social, con la mayoría de sus contractos colectivos vencidos, y la inflación y la especulación carcomen sus bajos salarios, males que son propios del capitalismo explotador. Las formas de producción estimuladas por el régimen (cooperativas, fundos zamoranos, unidades de producción socialista, etc.) no han tenido incidencia real en el cambio de las relaciones de producción, pero sí han profundizado la precarización laboral propia del neoliberalismo.
Basta ya de falsificaciones ideológicas y de manipulaciones del imaginario contrahegemónico por parte de estos malandrines ideológicos en su intento por maquillar su despreciable proyecto cuartelario. El tan cacareado socialismo bolivariano no es otra cosa que un intento de sustituir el socialismo democrático y libertario con un supuesto socialismo destinado a gustar y alagar al gran capital y a la boliburguesía.


APATÍA MORAL, FALTA DE PATRIOTISMO

Por: José Félix Díaz Bermúdez
Fuente: El Nacional

Cuando un pueblo renuncia a sus valores, a su deber y a sus derechos primordiales, se hace indigno de sí mismo. Se desconoce como sociedad si su vida y su conducta no se corresponden con todo aquello que debe enaltecer a una nación: historia trascendente,  inconfundible identidad, grandes ideales, grandes hombres, hechos admirables, presencia colectiva, determinación ante la adversidad,  virtud y lealtad, conciencia y  civilidad. Todo ello lo ha tenido Venezuela en medio de sus luchas y sus sacrificios, no careciendo de paradigmas y lecciones no obstante sus extravíos dolorosos ante los cuales se ha reivindicado finalmente.

La patria de los libertadores, de los preclaros ciudadanos, del valeroso pueblo que los acompañó, no puede ser víctima de la indolencia y la traición de quienes contrarios a nuestros mayores intereses despojan al país de su virtud, de su sentido ciudadano, de sus derechos, de su patrimonio  material y moral, y admiten con gesto indiferente lo que ocurre, profundizan sus males, pervierten la dignidad republicana y destruyen nuestras posibilidades de futuro, desconociendo las enseñanzas del pasado y nuestro mandato histórico que ordena civilización, derechos, convivencia, honor, patriotismo y libertad.

El poder corrompe y enceguece y la ambición pervierte a muchos, pero al mismo tiempo, ante ellos, se erige una fuerza moral que los reprueba y exige las correcciones necesarias que permitan retomar un sentido que enaltezca al país.

Las leyes, los deberes y derechos no pueden transformarse en meras entelequias, normas que pocos obedecen. Las instituciones no pueden enervarse, y no deben carecer de autoridad e independencia para sostener los más elevados intereses nacionales y garantizar los derechos esenciales de todos. 
Si el ejercicio del poder no es consecuente con sus principios y deberes a favor del bien común, abandona su auténtico carácter y se hace necesario corregirlo para que alcance sus finalidades y contribuya de manera efectiva al bienestar de la Nación.

En el momento existe en diversos sectores una especie de apatía moral  ante todos nuestros males. Se acepta como normal lo inadmisible, se permite el engaño, se aplaude la ignorancia, se perdona y olvida lo incorrecto. El país ha menguado su sentido crítico y su capacidad política y social para exigir las rectificaciones. La sociedad se permite distraer en consideraciones intrascendentes cuando lo medular es discutir los temas esenciales y exigir las garantías y las respuestas que justifican la misión y el carácter de su dirigencia.

La responsabilidad y la credibilidad en el ejercicio del poder -delegado estrictamente para el cumplimiento de los objetivos y propósitos de la nación-, deben ser reclamadas por el pueblo y su falta sancionada por la opinión. La arbitrariedad, la improvisación, la incapacidad, la indiferencia, no pueden ser las guías del destino de una nación.

A una parte de la sociedad venezolana pareciera no importarle sino lo individual, la permanencia del propio beneficio independientemente de su origen y de las responsabilidades colectivas. Se humilla, se margina al que reclama correcciones profundas y consecuencia con principios y conductas, bien en el marco de las propias organizaciones o fuera de ellas, a quienes en definitiva no cumplieron sus promesas iniciales y no supieron honrar con sus ejecutorias la confianza pública.

Frente a las contradicciones del poder y las inconsecuencias de los hombres,  Alberto Ravell una vez reclamó con entereza ciudadana en plena dictadura a Germán Suárez Flamerich, cuando éste ocupó la irrelevante presidencia de la Junta de Gobierno (1950-1952): "¿Hacia dónde van ustedes, los hombres civiles que apoyan a los que derrocan gobiernos legítimos y desgarran Constituciones discutidas en amplio debate público? ¿Hacia dónde va Venezuela cuando sus hijos, defensores de principios ayer, los que tenían tradiciones civilistas y revolucionarias, se hacen sordos a su llamado de madre y, halagados por el poder o la fortuna, claudican o se entregan? ¿Hacia dónde vas Germán? Yo quiero que me respondas de hombre a hombre, de corazón a corazón, categóricamente y sin esguinces, sin que intervenga para nada la pasión política que a rato enturbia la mente de los  hombres. ... ¿Qué eres en el fondo...? ...  Eres..., universitario, abogado, compañero nuestro ayer, o has tomado  en préstamo tu nombre o lo has prestado tú mismo para dar apariencia civil a algo que no puede ser justo, ni decente, ni honorable...".


Era, una vez más en nuestra historia, la confrontación esencial que prueba la naturaleza de los hombres y sus actos, lo que somos y lo que hacemos, lo que dejamos de hacer ante nosotros mismos y el país, incapaces de aceptar y corregir la propia falta, ajenos a las faltas de otros, solapando el deber, acallando la conciencia, postergando la propia dignidad que a todos por igual exige y corresponde.

SI LO EXIGIMOS EN MAYORIA, EL CIPOTAZO VA

Por: Alberto Franceschi
Fuente: Blog de Alberto Franceschi

Tantas vueltas que hubo que dar para tratar de llegar a lo elemental. No caeré en la tentación del “yo lo dije” porque esto es algo muy serio como para que tenga propietarios y menos aún arrogantes adalides ante los cuales haya que postrarse. El problema no es CALLE, CALLE Y MAS CALLE, el problema es CUAL PROGRAMA tienen en su cabeza los que van a la calle y los que dicen que hay que ir a la calle.
Y cuando digo programa no estoy proponiendo un plan de gobierno y de Estado para reconstruir el país descuadernado e insólitamente en manos del hampa política y social-criminal que nos deja el chavismo, estoy hablando del PLAN de derrocamiento visible de esta peste de gobierno, con propuestas que sean comprensibles para todo el que esté dispuesto a no vivir un día más, bajo el oprobio de la ocupación castrista.
Lo más importante del momento es OFRECER como prueba de intenciones, un plan distinto y alternativo a la estúpida vuelta permanente al sistema electoral fraudulento del chavismo.
Quien quiera dirigir este proceso por definición subversivo con asertividad, tiene que ser portavoz de millones y no un ridículo aspirante a ser candidato a presidente dentro de 5 ó 10 años.
Déjenme decírselo más claro aún: aquí no hay lugar para “elegibles” por varios, quizá muchos años. Quien quera presidir este país tendrá que hacerlo por vías de hecho, de facto, de irrupción, de GOLPE…¿Se entiende?
Y no hay manera que nadie sea electo, al menos sin manipulaciones, porque primero hay que sacar a esta gente y luego hay que rehacer la nación, empezando por su registro civil, sus cédulas de identidad y pasaportes, su REP, su catastro de tierras devueltas a sus legítimos dueños y sin ninguna manos muertas estatista sobre el derecho de propiedad.
Primero habrá tenido que salir hasta el último de los funcionarios castristas de los registros y notarías y solventar los graves daños que hicieron y hasta volver a hacer nuestro censo de ciudadanos, sin chinos, cubanos, iraníes, colombianos FARC, nicas, etc.
Quien proponga como plataforma un diletantismo parlamentario y apagar luces como gran medida de protesta, no ha entendido que la gente se obstinó hace tiempo de regresar siempre a los mismos ejercicios rituales de precalentamientos electoreros, tributarios de la popularidad de la figurita mediática sustituta de todos los embaucadores que han desfilado a la cabeza de la llamada oposición.
Siempre dirán que no hay que regalar “los espacios ganados” y nunca se dan cuenta que solo hablan de sus espacios , de sus aspiraciones y planes personales, y no los de la causa que deberá ser insurreccional contra el régimen, que mientras tanto los puso a funcionar con esos espacios en su sistema político, convirtiéndolos en piezas funcionales a cambio de pequeñas compensaciones a sus vanidades y no para abrirle un ancho cause a la eventualidad de una ruptura y a la expulsión del régimen por la fuerza, al que no le pueden seguir ofreciendo caer suavemente sobre los colchones de su propia legalidad espuria.
Hubo que darse con los dientes en el suelo y empezar y ser amenazados gravemente, y ya ante evidencias con comer no perrarina que es de lujo, sino la dieta de la ración cubana de los Castro, para que por fin se entendiera que eso es tan real como la luz el sol, hasta para los lapones que la ven cada 6 meses.
Toda la confusión vino de enredarnos, con la complicidad de la Coordinadora primero y desde hace varios años la MUD, en esa amenaza de “participar” en su sistema y convivir, cohabitar, con su estafa, hasta convertirnos en súbditos de la maldita tiranía castrista. Y esto solo pudo ocurrírseles a tarados ideólogos, cultores de un despotismo utilitario, que siguen queriendo llegar a convertirnos en parias y a todos ellos en plutócratas billonarios con su corte de bolichicos.
Pero aquí NO PUEDEN constituir una dictadura totalitaria a la manera y características de los Castro, que Chávez mismo NO PUDO montar, así lo hubiera querido, aunque me digan que eso nunca estuvo entre sus propósitos, porque de ser cierto, entonces la única explicación que cabe es que él mejor que nadie sabía que toda esta estafa tenía los pies de barro, porque NUNCA hubo la tal revolución, y que como toda mascarada tendría los días contados y no como el régimen cubano, consolidado nada menos que luego de una expropiación TOTAL y minuciosa de toda propiedad, oficios y funciones personales, y que fue bautizado como pieza clave de un pacto de superpotencias termonucleares, de la extinta guerra fría.
Es por eso que se pudo convertir a todos en piezas serviles de una maquinaria opresiva del Estado comunista ruinoso, quedando solo la amargura del exilio como opción de libertad, si lograbas escapar de los tiburones del “mar de la felicidad”.
Por eso a esta altura del debate me parece una soberana estupidez seguir oyendo la famosa predica de los maniaco electoreros sobre que más que nunca hay que “patear calles” o su modalidad más impersonal que hay que agarrar para la calle, una y otra vez, en esa ritual postura de hacer en chiquito lo que ya se hizo con movilizaciones gigantescas, antes por los referéndums y después por los eventos de entretenimiento electoral.
Y cuando digo esto no es para desconocer el valor que pueda tener el entrenamiento de las conductas de rebelión cívica, pero no nos vengan por favor otra vez con las manitas blancas, porque ya sabemos que eso solo fue un negocio de muchos de esos dirigenticos para convertirse en becados de las clientelas y de los “líderes” de nuestra oposición mediática…y hasta rentable para cuñeros de TV y “programas de opinión”…
Menos aún nos vengan con candidatos escogidos por consensos del CNE chavista, porque creo que ahora, por fin, empezará a creérsenos a quienes dijimos que Chávez escogió, como su candidato opositor, a quien le vieron la mayor potencialidad de digestible…para decir lo mínimo.
La energía que invierten en querer “patear calles” en su versión más enaltecida, la de ejercer el derecho inalienable a la protesta, ojalá determine que para defender una manifestación de mil, deberá organizarse un centenar para impedir que las bandas criminales de los colectivos chavistas traten de sabotearlas.
A las bandas fascistas del régimen solo puede respondérseles con imponer así sea por medios violentos el derecho de manifestar donde, cuando y como nos dé la gana, y mientras eso no se haga el chavismo será el dueño de las calles.
No estoy planteando irse directo a la ilegalidad y a desconocer toda norma legal, estoy diciendo exactamente lo contrario: debemos imponer el criterio que el ilegal es el gobierno y más aún las prácticas político-delincuenciales de sus esbirros, desde la cúpula misma del Estado.
Al único tonto al que se le endilgan los muertos que procura y genera el gobierno y se lo cree, es el mismo que sale a denunciar la supuesta violencia de sus partidarios y trafica ocultando su infinita cobardía, exigiendo que abandonemos las calles cuando reclamábamos la victoria que nos fue birlada, para después volver compungido a su puesto de cuentadante.
La prédica de idiotas contra las FFAA, que da la excusa a la oficialidad para no irrumpir en la escena política y deponer a estos procónsules cubanos, so-pretexto de la legalidad constitucional, constituye el colmo de la barraganería de esta oposición, que ya es oficialmente parte integral del régimen con los gobernadores y alcaldes opositores cuentadantes a la cabeza.
Lo primero que debe proclamar abiertamente, cualquier aspirante a ayudar a dirigir este proceso de desquiciamiento de esta dictadura del malandraje madurista, para emprender la reconstrucción del país, es la exigencia a las FFAA para que sean decisivas en esta reorientación del Estado y dejen de ser los apandillados de Maduro en los desmanes contra la República.
No es una petición golpista es una exigencia de cumplimiento de los más elementales deberes de las FFAA como recurso último para reponer la legalidad constitucional, frente a un gobierno ilegitimo, que se convirtió cada vez más en un agente descarado y pueril de una potencia de chulos que es de hecho enemiga de nuestra nacionalidad y soberanía.
Manden al zipote el parlamentarismo, proclamen que no están interesados en candidaturas, ni en puestos de interlocutores de este régimen, porque este gobierno solo debe ser expulsado cuanto antes.
Si ese es el mensaje no propongan entonces apagar bombillos por 10 minutos, propongan apagar y derrocar el régimen, pónganse a las órdenes de las FFAA para que lo haga, para realizar esa tarea.
Los oficiales dignos deberán saber que en el camino confrontarán, desde la primera hora del nuevo régimen, la necesidad de la purga más severa y necesaria del malandraje, que se apropió de nuestras FFAA.
De ello habrá que deducir el retardo de la decisión final, porque nos la imaginamos como una operación dividida y con riesgos de fracaso, de desastrosas consecuencias. Para hacerlo bien y que la cirugía sea tan profunda como sea necesaria, lo mejor es que tarde lo que necesiten para garantizar su éxito. El tiempo juega es contra el régimen aunque debamos sufrirlo. Estamos infinitamente más cerca desde la muerte del “eterno” y aun mas de cuando el Dakaso.
El cucuteño deberá ir buscando donde será su exilio, de no extraditable mientras pueda, pero como es joven y tendrá millones de dólares, le recomiendo que no los ponga en manos de Fidel, porque se los coge, siendo lo único peor a la propuesta de escondite en la casa de una prima de la Primera Combatiente.


3 de febrero de 2014

SUPREMO ESTADO MAULA

Por: Editorial
Fuente: El Nacional

La semana pasada, la Academia Nacional de Ciencias Económicas hizo público un documento que tiene carácter histórico: en él, acuciada por las evidentes manifestaciones de la profunda insolvencia económica, se llama al gobierno a rectificar, bajo el criterio de que esa rectificación es condición sine qua non si se quiere dar inicio a un proceso de recuperación, que es ahora mismo uno de los clamores –lamentablemente no el único- de la sociedad venezolana.
La motivación de la Academia está a la vista y los oídos de todos: automercados que tienen metros y metros de anaqueles sin productos; farmacias en las que falta hasta 40% de los medicamentos; hospitales y clínicas en los que no hay materiales médicos y quirúrgicos para atender a los pacientes; industrias de todo tipo que reportan fallas en los insumos de producción que, en algunos casos, es absoluta: no tienen como reanudar sus actividades. Decenas de centros de trabajo todavía están de vacaciones porque no hay materias primas con las que arrancar las operaciones. De las cinco ensambladoras de vehículos que existen en Venezuela, solo una está en funcionamiento. Hay vehículos que tienen meses parados por falta de repuestos. Aerolíneas que han dejado de vender boletos, agobiadas por las deudas ocasionadas por el Estado Maula que no cumple sus compromisos. Día a día vamos conociendo algunos de los montos de la deuda en dólares que el gobierno tiene con sectores productivos vitales. Lo esencial de esos escandalosos atrasos es la consecuencia que se deriva de ellos: escasez de productos y bienes esenciales para la vida cotidiana. 
Lo dicho hasta aquí no admite refutación: los anaqueles desprovistos y la lista de lo que no hay es real y alarmante. Esa lista aumenta día a día. La precariedad de la existencia diaria de los venezolanos no es retórica sino una experiencia que las familias padecen sin remedio. Pero lo que nadie puede olvidar es que este estado de cosas ha sido fabricado, sistemáticamente fabricado. Generado de forma consciente, no solo por unas políticas económicas que son pura ficción, sino por algo que es mucho peor: los gastos desmedidos, ventajistas y desproporcionados con el objetivo de garantizar los votos necesarios, en los que incurrió el gobierno en los dos últimas elecciones presidenciales. El abismo sobre el que camina la economía de la sociedad venezolana fue construido sin escrúpulo alguno. En ese momento distintas voces se levantaron para advertir las consecuencias que esas prácticas representaban: la Suprema irresponsabilidad, la Suprema y amoral negligencia con los venezolanos y con el país.
La principal creación de Chávez y Maduro es el Estado Maula, gobernado desde Cuba. Ese Supremo Estado Maula tiene un Supremo fundamento: el desprecio, en grado Supremo, por el pueblo. Porque lo único que prueba el modelo económico en funcionamiento, con el Supremo objetivo de mantenerse en el poder al costo que sea, es su plena disposición a generar sufrimientos al pueblo con tal de seguir disfrutando de los Supremos beneficios que les produce la cada vez menguada renta petrolera.