Por: Luis Nivaldo
Fuente: http://www.frentepatriotico.com
Que sea
Vicente Bello, Coordinador de Asuntos Electorales de Un Nuevo Tiempo, y no un
funcionario del CNE chavista, quien salga a desmentir el informe técnico que
habla de inconsistencias en los resultados presentados por Tibisay y su combo,
en el pasado referendum de la enmienda que permite la reelección indefinida, no
debería extrañar. Vicente cumple su labor, y lo hace bien.
El otro
Vicente, apellidado Díaz, miembro del Grupo La Colina, y quien fuera promovido
por Teodoro Petkoff a una Rectoría del CNE chavista, también cumple su labor de
manera magistral. Conjuntamente con otros “Colineros” que sirven de técnicos
“imparciales e independientes”, en labores de auditoría y otros menesteres en
el organismo electoral, están dando la hora, cuando se trata de salvaguardar la
voluntad popular.
Otro tanto
hacen, los miembros de esa agrupación llamada “Ojo Electoral”, una de las pocas
autorizadas por el CNE chavista para labores de veeduría electoral, y que fuera
fundada por Petkoff, el ilustrísimo periodísta Eleazar Diáz Rangel, el
ex-ministro Carlos Genatios y el Padre Virtuoso, entre otros.
Lo cierto
es que, los Vicente Bello, los Luis Manuel Esculpi, los Enrique Ochoa Antich y
otros -quienes se fueron del MAS, junto a otros teodorístas comandados por
Victor Hugo D’Paola, luego que ya ese partido no sirviera como plataforma
política para llevar a Petkoff a la Presidencia de la República- trabajan
denodadamente para ayudar a su heroe, a vengarse de este pueblo ignorante y
vulgar, que prefirió a un chafarote militar para encumbrar a la izquierda en la
Presidencia de la República, antes que al hombre más “lúcido” que esta
ideología ha parido en Venezuela.
Los
teodorístas que fundaron Izquierda Democrática, que fue un partido de escasa
repercusión política, y que luego se cobijaron bajo el manto de esa indignidad
humana nombrada Francisco Arias Cárdenas, para fundar el partido UNION, se enmascaran
ahora en Un Nuevo Tiempo, para ejecutar la estrategia de Petkoff, que no es
otra sino la de garantizar que de no ser él, el sustituto de Chávez, tendrá que
serlo un izquierdísta que reciba su bendición. Porque no todo izquierdísta goza
del afecto de Teodoro. sino que lo digan Andrés Velásquez o Pablo Medina, para
nombrar sólo dos.
Así las
cosas, el hombre que se unió a Arias Cárdenas y a Baduel para enfrentar la
“tenebrosa dictadura” de Pedro Carmona Estanga, y que impuso la candidatura
presidencial de Manuel Rosales en el 2006, para apartar a quienes pedían
condiciones decentes para participar, para minimizar a SUMATE y para
garantizarle un reconocimiento tempranero al real o supuesto triunfo de Chávez,
sigue manejando los hilos de la estrategia opositora. Y no se trata de
magnificarlo o sobreestimarlo.
Pero
tampoco lo podemos subestimar. Con su Tal Cual y esa bateria de columnístas,
articulístas, humorístas, periodístas, animadores y locutores (Manuel
Caballero, Barrera Tyzka, Tulio Hernández, Kiko, Laureano Márquez, entre
otros), que lo admiran y lo siguen ciegamente, y que tiene una visibilidad
indiscutible en la opinión pública, no es cuestión que se pueda desdeñar.
Y si a
esto, le sumamos la endeblez de espiritu de quienes lo adversan en el campo opositor;
la indigencia intelectual de quienes ofician como líderes de las disidencia,
verbigracia Borges, Rosales o Planas; la actitud desmedidamente calculadora y
falta de coraje de Leopoldo López; el peso muerto que le provee a Ledezma el
acompañamiento de Acción Democrática; los cálculos económicos y políticos de
los dueños de medios situados en el campo opositor; y la estupidez de quienes
llaman a la abstención creyendo en los “pajaritos preñados” de una salida
militar; no constituye -entonces- ninguna especulación, afirmar que Teodoro
Petkoff está definiendo la ruta de la oposición a Chávez.
Es que los
hechos son indubitablemente tercos para afirmar con propiedad, que sólo una
baja aspiración de venganza o un calculado propósito de salvaguardar señalados
intereses, es lo que pudiera justificar esa pretensión desmedida de imponer a
rajatabla nuestro criterio, y el amarrarse dogmáticamente a una estrategia, sin
considerar su revisión, y al margen de que las realidades políticas aconsejen
reestructurarla.
Petkoff se
venga de quienes obstaculizaron su ascenso a la Presidencia de la República, y
al mismo tiempo salvaguarda los intereses de la izquierda internacional. Se
venga de la tradicional burguesía criolla que lo veía como un peligro y se
venga también de los factores del puntofijismo que lo derrotaron
sempiternamente. Se venga de la Iglesia que nunca lo quizo y se venga también
de los militares (cuando los observa despreciados por la sociedad por su
abdicación rastrera ante el comunismo)- porque lo derrotaron en la guerra de
guerrillas. Y en definitiva, se venga del pueblo llano que nunca lo apoyó, por
su arrogancia y sus poses de sabelotodo.
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