3 de diciembre de 2013

ZAMBUMBIA IDEOLÓGICA

Por: Tulio Ramírez

El socialismo del siglo XXI es, literalmente, una zambumbia ideológica. Para los lectores menores de 40 años este término quizás les resulte un poco extraño. La zambumbia es una expresión muy venezolana que hace referencia al resultado de combinar todo lo que quedó del almuerzo y la cena del día anterior, para servirlo en un solo plato y almorzar al día siguiente.
Es un recurso que todavía se utiliza en los hogares más pobres del país, y eventualmente en aquéllos no tan pobres. Así podemos darnos un gustazo con un plato de caraotas con espaguetis, reforzado con tortilla española, pollo y trocitos de jojoto.

Esta mescolanza siempre sabe mejor de lo que se ve, pero se aleja de toda la ortodoxia culinaria recomendada por la literatura gastronómica de los Scannone, Estévez y Lozano, así como por todo el ejército de nutricionistas y dietistas que se empeñan en que comamos civilizadamente para preservar nuestra salud y la pureza del aire en el seno familiar. No siempre estas zambumbias generan malestar estomacal.

Inclusive, mientras más pobre sea el viandante, menos probabilidad de que termine vaciando los intestinos antes de que culmine el ciclo de la digestión. Quizás por ello siempre se ha dicho que el mejor ingrediente de una comida es el hambre.

Para otros estómagos más delicados y no acostumbrados a este reingeniería culinaria, las consecuencias son menos aleatorias, se traga con el mismo gusto; pero la pancita, no acostumbrada a estas improvisaciones, rechaza esta anárquica invasión a sus predios con la consecuente emergencia sanitaria.

Así se está comportando la sociedad venezolana ante la zambumbia ideológica que justifica el modelo socialista que se quiere imponer a troche y moche. ¿Que porqué es una zambumbia?, saque usted sus propias conclusiones, amigo lector.

Se pregona que la revolución socialista es humanista, pero deja morir a hombres como Franklin Brito y mantiene presos a inocentes; se dice igualitaria y no clasista, pero la burguesía roja está más boyante que nunca; se dice anticapitalista, pero ayuda a la burguesía internacional comprándole sus productos; se dice soberana, pero se baja los pantalones ante China y Cuba; se dice obrerista, pero no discute contratos colectivos y apresa sindicalistas; se dice no consumista, pero obliga a reducir precios para que la gente compre lo que no necesita; se dice ética pero compran diputados sin ningún rubor y enjuician con pruebas falsas a otros; se dice justiciera, pero le tuerce el brazo a los jueces; se dice laica, pero adora a una deidad con verruga en la frente; se dice democrática, pero calla a los medios.


Total, es un plato con ingredientes contradictorios que nos sirven a diario sin aliño y sin sal. Es cierto, muchos venezolanos han sido capaces de digerirlo, sobre todo los más pobres, porque se sirve en nombre de ellos y algunas migajas han obtenido para medio paliar el hambre. Pero hoy día la mayoría no ha sido capaz de tragar tal zambumbia y se resiste a comérsela obligado.

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