6 de abril de 2014

LA PRISION EN TIEMPOS DE PROTESTA

Por Judith Valderrama
Fuente: Conflitove.org.ve


Un nuevo drama humano en las familias locales es atender el caso de un prisionero en tiempos de protesta. Al recibir la noticia de un familiar detenido deben correr a ubicarlos en los cuarteles de prisión, ponerles un defensor y empezar  el peregrinar por instancias judiciales, marcados por el miedo de lo que pueda pasarles, sabiendo de torturas y tratos crueles al salir de prisión, muchos escogen hacer silencio, otros quieren narrar su experiencia. Dos casos particulares de detenidos; uno de supuesta tortura, otro de probable trato cruel, siendo un joven especial, conmueve a los tachirenses, pero son sólo parte de las muchas historias  tristes y dantescas de las que ahora habla la gente
Una nueva realidad que enfrenta el tachirense, quien no sólo ha tenido que asumir colas de hasta 8 horas para comprar alimentos y aceptar una marca en su piel para pasar al supermercado; quien también ha tenido que ceñirse a un horario impuesto por otros para entrar o salir de su casa; quien ha visto una ciudad casi paralizada y encendida;  quien ha tenido que dormir bajo la cama cuando hay un ataque en su sector con bombas, detonaciones, uniformados y civiles armados. Además de muchas penurias viejas y nuevas que se arrastran en la región. A todo esto, decenas de familias deben sumar en su lista de padecimientos la privación de libertad propia o de un familiar por hechos vinculados con las protestas.
Las historias narradas sobre lo vivido en y durante las detenciones son espeluznantes en varios casos, tanto, que la mayoría prefiere no hacer pública su vivencia, el silencio les hace sentir más seguridad, aun cuando tengan que enfrentar solos las secuelas psicológicas de su experiencia.
Y para quienes niegan de esas realidades en la prisión, la fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, le da oficialidad al tema presentando un balance desde el pasado 12 de febrero, cuando se intensifican las protestas, hasta ahora. Dice que el Ministerio Público actúa y contabiliza en el país 37 fallecidos, 559 lesionados y 168 privados de libertad. Manejan  81 investigaciones por presunta violación a los Derechos Humanos, de los cuales 2 son por tortura, 75 por trato cruel, 2 por homicidio consumado y 2 por homicidio frustrado.
Mientras Alfredo Romero, director nacional del Foro Penal, reporta que desde el 2 de febrero hasta la fecha son 1.937 las detenciones. De esta cifra, 1.009 personas se encuentran con medidas cautelares, y habla de 59 casos de tortura.
Cifras que espantan cuando es un hijo, un padre o un familiar el privado de libertad. En esta investigación se trata de analizar lo que significa la situación desde varios aspectos, el legal, el humano y las consecuencias sicológicas que deja una detención por situaciones vinculadas con las protestas. Muestran su visión expertos, víctimas y defensores.
Foro Penal defiende a los detenidos
El grupo de abogados del Foro Penal hacen una tarea titánica en el Táchira, literalmente persiguen a los detenidos para conocer sus condiciones físicas y se ofrecen a defenderlos gratuitamente, en los casos relacionados con detenciones vinculadas con las protestas que se dan en la región desde hace 53 días.
Raquel Sánchez es la coordinadora en Táchira, de la Organización No Gubernamental Foro Penal Venezolano, informa que para el miércoles 26 de marzo se habían registrado 215 detenciones en la región, vinculadas con protestas iniciadas el 5 de febrero. De éstas, 22  personas continuaban privadas de libertad, para el momento. El resto había salido bajo medidas diversas.
En lo referente a  tratos crueles, inhumanos o degradantes y tortura, explica la experta en leyes que no todos los casos  están siendo denunciados formalmente, porque muchas víctimas temen hacerlo. A pesar de esa situación, Sánchez  dice que el Foro Penal en  Táchira ha recogido la denuncia “formal” de una supuesta tortura ocurrida a un joven agricultor en  La Grita, municipio Jáuregui,  también manejan 14 causas abiertas por trato cruel sufridas por detenidos vinculados con las protestas que iniciaron en febrero pasado.
25 años por tortura
En Venezuela se aprueba en junio pasado, una  “Ley  Especial para Prevenir y Sancionar  la  Tortura y  otros Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes”. Hoy, parece tener mucha vigencia  esta materia, cuando temas como tortura son  parte de la discusión diaria del ciudadano común, y ya dejaron de ser historias de películas o de dictaduras del pasado siglo.
El artículo 17 de la referida Ley dice que el funcionario público que en funciones inherentes a su cargo lesione a un ciudadano o ciudadana que se encuentre bajo su custodia en su integridad física, psíquica o moral, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, con la intención de intimidar, castigar u obtener información o una confesión, será sancionado con pena de 15 a 25 años de prisión e inhabilitación para el ejercicio de la función pública.
“Nunca me habían pegado tanto en la vida”
En compañía de la mujer que hace de su mamá, porque es huérfano, un joven especial detenido cerca del Obelisco de San Cristóbal el 17 de marzo, narra lo que le sucedió.  Sin entender mucho lo legal, pero claro que no es delincuente, muestra evidencias de golpes supuestamente hechos durante su captura, incluyendo una herida en la cabeza que asegura, corresponde a un cachazo con arma de fuego efectuados por militares
Vive en Barrio Sucre, donde suele hacer mandados o trabajos para los vecinos y le agradecen con una propina. “Yo caminaba por los Bomberos recordando que mamá me dijo que me cuidara y fuera rápido a almorzar, a eso iba, cuando sentí que los policías estaban encima de mí. Les dije que no me hicieran nada, que no me iba a resistir. Los bomberos vieron todo lo que me pasó. Los policías me pegaron primero un cachazo en la cabeza, me subieron a la moto y mientras uno me tenía, el otro me daba con el casco”.
Así empezó –el 17 de marzo- un nuevo episodio de crueldad en la vida de Ángel Cardozo, de 19 años de edad, para quien existir no ha sido fácil. Cuando tenía seis años de edad muere su madre de leucemia, a los pocos años su padre de una infección intestinal. Era el menor de seis hermanos y ante la insostenible situación, tres de ellos se vienen a San Cristóbal: “Mis dos hermanos mayores decían que aquí se podía trabajar y comer, sé que mi hermana se casó con un policía  de Colombia, de los otros no sé nada desde hace años”.
Venían de San Antonio del Táchira, su residencia al llegar a San Cristóbal fue debajo del puente del viaducto nuevo. “Para comer barríamos algunos negocios  y nos daban algo, pedíamos en restaurantes o recogíamos de la basura”. Hace dos años Ángel quedó solo, sin familia, mataron a los dos hermanos con quienes convivía, dice no conocer la razón del hecho: “Me quería morir, iba a los barrios donde sabía que mataban a la gente intentando que un tiro me alcanzara, pero no pasó. Me salvé, mi papá era cristiano y aprendí a temer a Dios”, cuenta que por esa creencia nunca cayó en el delito a pesar del hambre y vivir en la calle solo.
“Ya solo, era más difícil, no dormía casi de tanta hambre que padecía, buscaba en las papeleras, la de Dulces y Dulces y con eso comía. Oraba, le pedía a Dios, a veces lloraba, pero sabía que eso me había tocado a mí”.
En manos de la ley
Ahora Ángel está bajo medida cautelar, luego de salir en libertad. Fue capturado, al parecer por el Ejército  y llevado al cuartel Bolívar de  San Cristóbal, de acuerdo a lo que explica su abogada, Raquel Sánchez, coordinadora del Foro Penal en el Táchira, quien debió literalmente recorrer todos los puntos donde llevan detenidos de la ciudad, para dar con el paradero del joven, de quien no daban razón, ni siquiera en el lugar donde fue recluido.
La mujer que cuida de Ángel Cardozo –Marlene- lo buscaba en hospitales sin resultado alguno. En la noche, y a más de 24 horas de su detención, la abogada Raquel Sánchez lo ubica tras el testimonio de un liberado que compartió celda con él y le dijo que lo había visto maltratado. Luego de recibir evasivas de los militares donde estaba prisionero, la abogada logra ver a Ángel Cardozo. Relata que para el momento lo observó con la ropa muy sucia, mostraba golpes no profundos en partes su cuerpo y una cura en la cabeza. Cuándo preguntó la causa, los milicianos le dijeron que se había caído.
De acuerdo a la versión que conoció Raquel Sánchez, supuestamente le pegaban más que a los otros porque no hablaba al interrogarlo. El joven además de ser especial, no conocía sobre lo que le increpaban. Por su propia condición, contestaba ante algunas supuestas agresiones con rebeldía, dijeron a la jurista, los funcionarios que se relacionaron con él.
Un Ángel “especial”
Ángel Cardozo, sin un diagnóstico fiel porque no ha visitado médicos –ahora lo hará-  es un muchacho especial. Algunas de sus actitudes muestran su condición y su madre putativa lo confirma, señalando que también tiene gran inteligencia para labores manuales y artísticas. Sin haber contado con instrucción crea instrumentos musicales con desechos, pinta con perfección y dibuja sin agotarse.
Hablando es fácil percibir que sus reacciones son atípicas, cuenta su amarga experiencia durante la detención en el cuartel Bolívar de San Cristóbal,  pero sin dibujar gestos de rabia o siquiera rebeldía. Su descripción es detallada, pero lineal en emocionalidad. Transmite dulzura e inocencia en su relato a pesar de la crudeza de lo que describe, dice sobre lo que le pasó: “No importa, no fue mucho, estaba dispuesto a morir si Dios así lo disponía”.
“Me cacheteaban con el casco y con la mano. El primer y segundo día me pegaban. Primero éramos cuatro en una celda, pero soltaron a uno. Me decían delincuente y que me matarían, yo les decía: ‘Delincuentes ustedes que nos pegan’. Nunca nadie me había pegado tanto en la vida”, dice Ángel.
En su historia, con perfecta ilación relata que fueron varios sus agresores y que no hablaban como venezolanos. Refiere a un militar “bueno”, quien lanzaba con disimulo caramelos a la celda de los detenidos, incluso el uniformado trató de defenderlo.
Sus compañeros de celda, tres  jóvenes capturados también en las cercanías del Obelisco de San Cristóbal, confesaban tener miedo y Ángel les decía: “Si muero, no muero por ser delincuente”, y agrega, “yo oraba al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, mientras estaba preso”.
Heroína silenciosa
Para cada persona cuentan que hay un ángel destinado, y en el caso de  Ángel Cardozo, se materializó. Él siendo  huérfano, sin más familia, residente de las calles, consumidor de basura y analfabeta, consiguió un hogar gracias a Marlene Duque, quien le llevó a su humilde casa hace dos años: “Lo trato igual que a mi hijo y él lo quiere como un hermano. Cuando estuvo preso luchamos y sufrimos  mucho, es que él es muy especial y noble”. Es como un niño, cuenta la mujer, quien recorrió  hospitales durante horas sin saber el paradero del muchacho, mientras él estaba en prisión.
Agresores tienen castigo
De acuerdo a la Ley Especial para Prevenir y Sancionar la Tortura y otros tratos Crueles, Inhumanos y Degradantes, aprobada en Venezuela en junio del 2013, el funcionario público que someta o inflija trato cruel a una persona sometida o no a privación de libertad con la finalidad de castigar o quebrantar la resistencia física o moral de ésta, genere sufrimiento, daño físico o psíquico, será sancionado con pena de 13 a 23 años de prisión e inhabilitación para el ejercicio de la función pública y política.
La Ley referida define el trato cruel como “los  actos bajo los cuales se agrede o maltrata intencionalmente a una persona, sometida o no a privación de libertad, con la finalidad de castigar o quebrantar la resistencia física o moral de ésta, generando sufrimiento o daño físico”.
Un castigo similar tiene el funcionario que incurre en “trato inhumano o degradante”, que son actos bajo los cuales se agrede psicológicamente a otra persona,  detenida o no, ocasionándole temor, angustia, humillación; realice un grave ataque contra su dignidad, con la finalidad de castigar o quebrantar su voluntad o resistencia moral.
También dice en  su artículo 30 que los funcionarios públicos no podrán invocar como causa de justificación, la orden de un superior…, para justificar la comisión de los delitos previstos en la presente Ley.



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