Jamás un Presidente de la República del pasado (1830-1998) se trasladó a otro país para solicitar instrucciones al jefe de un gobierno extranjero
Es
un proverbio ruso citado por Alexandr Solzhenitsyn en el libro “Alerta a Occidente”.
Dice el heroico escritor que pasó 8 años de su vida en uno de los campos de
concentración soviético del “Archipiélago
de Gulag”:
“Si los perros se
han lanzado sobre ti y te están destrozando a mordiscos, arremete contra ellos,
pero no llames al lobo. Porque cuando los lobos lleguen primero se comerán a
los perros o los espantarán, pero sin duda alguna también te comerán a
ti”.
Valga
la metáfora para entender lo que ha pasado en Venezuela desde 1998 cuando más del 50% del
pueblo-electoral compró el discurso del candidato Hugo
Chávez Frías, aupado por los más importantes medios de
comunicación escritos y audiovisuales (con las excepciones de “El Universal” y “RCTV”) y no
pocos “notables”,
según el cual, la etapa de los 40 años de democracia y los partidos Acción
democrática y Copei,
la mal llamada “IV
República”, eran los “perros”
que estaban destrozando al país, y que él se encargaría de liquidar y “freír en aceite las cabezas de la
dirigencia adeco-copeyana”, en nombre de una supuesta
revolución bolivariana para “refundar
a la República” y “construir”
una auténtica democracia participativa y protagónica.
El
“lobo” y
su manada fueron llamados por el electorado para que los defendiera de los “perros”, sin pensar
que pronto la “secta destructiva” (Francis Delgado),
luego de “espantar a los
perros”, reduciendo a los partidos políticos a cascarones
vacíos, iniciaría su perversa obra de destrucción del esfuerzo de varias
generaciones de venezolanos que desde el propio régimen dictatorial de Juan
Vicente Gómez (llamado
“tirano liberal”
por Manuel Caballero)
dieron lo mejor de sí mismos para construir una sociedad civilizada,
democrática, próspera, organizada en un Estado de Derecho.
Nadie
podría negar los errores, vicios y corruptelas del pasado democrático
(1959-1998), pero tampoco los hechos públicos y notorios, expresados en
estadísticas incontestables del progreso económico, social, político,
institucional y cultural alcanzado por el país desde el año de 1908 a 1998,
en particular en las décadas de los 50 a los 70. Y como bien expresó en
un video Enrique Aristigueta Gramko: “En el pasado hubo gobiernos que
construyeron, unos más, otros menos, pero nunca en Venezuela habíamos tenido un
gobierno que se haya dedicado a destruir”. Basta decir
que para principios del siglo XX la expectativa de vida del venezolano medio
era de 52 años y para la década de los setenta se situaba en 72 años, ¿Cuál
será esa expectativa luego de 14 años de régimen corruptocrático?
La
Dictadura militar de Pérez Jiménez (1948-58), a pesar de la ausencia de
libertades políticas y de la represión de laSeguridad Nacional, dejó una obra pública
que aún perdura. Ese dictador no “regaló”
recursos de la Nación a otros países, como tampoco ninguno de los
sucesivos gobiernos de la alternancia democrática (1959-98) entregó la
soberanía nacional al régimen
cubano castro comunista otorgándole
el control del servicio de identificación, migración y extranjería (SAIME), de registros y
notarías, y la propia “seguridad
de Estado”. Y desde que Venezuela se declaró como República
independiente de toda dominación extranjera (1830), concluida la guerra de
independencia (1824), hasta 1998, no hubo gobierno alguno, dictatorial o
democrático, que haya permitido, para humillación y escarnio de los venezolanos,
que oficiales y soldados del ejército de un “Estado” extranjero se incorporaran
a las fuerzas armadas nacionales, hecho inaudito en la historia de Venezuela.
Por otra parte, jamás un Presidente de la República del pasado (1830-1998) se
trasladó a otro país para solicitar instrucciones al jefe de un gobierno
extranjero.
¿Es
la República Bolivariana de Venezuela irrevocablemente libre e independiente
como lo postula el artículo 1 de la Constitución
Nacional?, ¿Acaso la Nación por medio del régimen de poder
gubernamental actual habrá renunciado a la independencia y la soberanía,
violándose lo establecido en el segundo párrafo del mencionado artículo
constitucional: “Son
derechos irrenunciables de la Nación la independencia, la libertad, la
soberanía…y la autodeterminación nacional?”
El
drama que vive la sociedad nacional expresado en hechos dramáticos como son los
170.000 asesinatos en 14 años de desgobierno, la escasez de productos
alimenticios y fármacos, el colapso
eléctrico, el deterioro de la infraestructura vial, el
déficit agravado de soluciones habitacionales; en suma, la inseguridad radical
en todos los ámbitos de la vida individual y social: inseguridad de Estado,
ciudadana, jurídica, económica, social, confirma el axioma antropológico
“siempre se puede ir hacia lo peor”.
La
experiencia histórica es irrebatible: las potencialidades de crecimiento del
individuo y las sociedades son limitadas. Eso de que el cielo es el límite de
los libros de autoayuda es una mentira descomunal. Tanto individual como
colectivamente la humanidad tiene techos históricos; en cambio, hacia abajo la
caída es libre cuando el síndrome de la autodestrucción se apodera de un hombre
o de un pueblo. Siempre se puede estar peor. No hacen falta grandes esfuerzos.
La
elección de Chávez Frías en 1998, su “relegitimación” en el
2000, su reelección en el 2006 y en el 2012 (considerando que las pruebas
irrefutables del fraude electoral no fueron obstáculo para su reconocimiento
por parte de la “oposición
oficial”), constituyen la más elocuente demostración de un
pueblo que se decidió por la peor de las opciones electorales. Poner en
manos de un demagogo sin par, un hombre de claras, evidentes y notorias
tendencias autoritarias extremas (vocación de poder totalitario), y con un
discurso contrario a la cultura democrática y libertaria de una parte
considerable de la sociedad nacional, el destino del Estado y la Nación. La
anticultura del caudillismo mesiánico, del militarismo, del “hombre fuerte”, el
salvador de turno, pudo más que la cultura democrática, que la sensatez y el apego
a las libertades ciudadanas.
Bastó
un minuto del 4 de febrero de 1992, cuando el derrotado teniente coronel Hugo
Chávez Frías dijese
su famoso “Por ahora”
ante las cámaras del circuito de radio y televisión, para que la imagen del
aventurero, del hombre arriesgado, el que tira una parada, el héroe militar (Bolívar), se
interiorizase en el “inconsciente
colectivo” de gran parte del pueblo y se despertase el culto al
más atávico caudillismo autoritario. El hecho del fracasado del “golpe de Estado”, la
violación a la Constitución Nacional de 1961, la sangre derramada por
los golpistas, en nada importó a la mayoría del país ávida de soluciones
milagrosas a la crisis económica, política, social e institucional que se
inició en la década de los 80 del pasado siglo.
Hoy,
aquella mayoría se ha revertido, pues luego de 14 años, hasta los más ciegos
han comenzado a abrir los ojos y percatarse como la “secta destructiva”
liquidó el patrimonio agrícola, pecuario, industrial, vial, institucional,
empresarial, de la Nación. Es imposible ocultar que Venezuela figura en los últimos lugares de los
índices mundiales de productividad, libre competencia, respeto a los derechos
humanos, transparencia gubernamental, garantía para las inversiones
extranjeras, garantía a la propiedad privada y en particular a la propiedad
intelectual e industrial, seguridad jurídica. En este ignomioso presente
más del 60% de los venezolanos maduramos con dolor, angustia y esperanza, la
vía pacífica, pero no exenta de coraje y firmeza, para recobrar una vida
colectiva sensata, democrática y civilizada, y así dejar atrás ese bochornoso y
oprobioso retroceso histórico que nos llena de vergüenza.
Una
oposición, o más bien una resistencia firme, ya que el concepto de oposición
sólo es predicable en las democracias reales, es indispensable para expulsar
del poder a la secta destructiva. Vuelvo a citar a Alexandr
Solzhenitsyn:
“Hay que entender la naturaleza del comunismo. La propia
ideología comunista, la educación leninista, están hechas de tal modo que
consideran idiotas a los que no saben aprovecharse de las circunstancias
‘llévatelo, si te lo puedes llevar, ataca si puedes atacar y retrocede frente
al muro’. Por eso los dirigentes comunistas reconocen sólo la firmeza y
desprecian y se ríen de quienes permanentemente hacen concesiones… Partiendo de
esta experiencia os diré: sólo la firmeza permite sostenerse en pie frente a la
ofensiva del totalitarismo comunista… En la URSS, nosotros, los disidentes, no
tenemos tanques ni armas, ni una sola organización, no tenemos nada, nuestras
manos están vacías. Contamos sólo con el corazón y hemos resistido medio siglo
frente a este sistema. Resistimos gracias a la firmeza, nos mantuvimos gracias
a la entereza de espíritu”.
La
secta destructiva en diversas oportunidades “ha retrocedido frente al muro”, es decir,
cuando sectores de la sociedad civil se han levantado para enfrentar con
firmeza las pretensiones totalitarias del régimen chavista. Tal es lo que ha
ocurrido en el ámbito educativo. El “no
te metas con mis hijos”, las protestas de las madres
venezolanas y de las organizaciones de padres y representantes del sector
institucional de la educación privada contra el Decreto N° 1011 del 2002, que
pretendía ideologizar y controlar el sistema educativo violando el artículo 102
de la Constitución Nacional:
“La
educación es un servicio público y está fundamentada en el respeto a todas las
corrientes del pensamiento con la finalidad de desarrollar el potencial
creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad en una
sociedad democrática”.
A
los diez años se repitió la misma historia (2012), ahora con la Resolución
058 del “Ministerio
del Poder Popular para la Educación” y la estrategia de la
intromisión de los consejos comunales en las instituciones del sistema
educativo. Y nuevamente las aguerridas madres se opusieron a ese objetivo del
régimen de poder para controlar esas instituciones. Y por supuesto, como
sostiene Alexandr Solzhenitsyn,
los comunistas retrocedieron frente al muro: la ejecución de la mencionada
Resolución ha quedado en “veremos”.
En
el 2011 el propio Chávez Frías utilizó la figura del “veto presidencial”
para levantar la sanción a la Ley de Educación Superior que había aprobado la Asamblea
Nacional por
órdenes suyas, ante la inminencia de las protestas que se iniciarían en todo el
país por parte de estudiantes y profesores universitarios contra una ley cuyo
objetivo fundamental era suprimir la autonomía de las instituciones
universitarias públicas y privadas.
Hay
que recordar, también, como en el 2008 Chávez Frías derogó la Ley
de Inteligencia y Contrainteligencia, llamada “Ley sapo” o “Ley Espía” por el
pueblo, y que el “sui
generis” Jefe del Estado había promulgado semanas antes
conforme a una ley habilitante. Y lo hizo ante la evidencia del clamor
colectivo contra una ley cuyo objetivo era convertir a los venezolanos en
espías y delatores de sus vecinos, lo que si logró Fidel
Castro en los dos
primeros años de su dictadura totalitaria, una de las razones que explican los
55 años del totalitarismo comunista en Cuba.
A
propósito de ese régimen totalitario, en artículo publicado en este mismo medio
independiente e intitulado: “La Sociedad Civil: fundamental garantía para prevenir la
instauración de un sistema totalitario” señalo:
“… la implantación del totalitarismo
castrista fue posible por la eliminación de la sociedad civil en los primeros
años de la ‘dictadura socialista’. En ese proceso de liquidación temprana de la
potencial resistencia social, aparte del inicial apoyo de la mayoría del pueblo
cubano a Fidel Castro, la absoluta supresión de las libertades de expresión,
información y comunicación, el control del sistema educativo para su conversión
en un medio de inculcación ideológica, no es desdeñable la política represiva,
-inherente al modelo marxista leninista en sus diversas variantes-, aplicada en
forma despiadada contra los ‘enemigos de la revolución’: encarcelamientos
masivos, juicios sumarios, fusilamientos en el emblemático ‘paredón’ (sólo al
‘Che’ se le atribuyen más de mil órdenes de ejecución en la cárcel ‘La
Cabaña’). Otra de las ‘estrategias’ del poder ‘revolucionario’ para
impedir cualquier manifestación de resistencia social fue la destrucción de la
confianza entre vecinos, amigos, familiares, es decir, el fundamento del tejido
humano de reciprocidad que caracteriza a la sociedad civil”.
Pues
bien, si Chávez Frías con todo su poder carismático y
abundantes petrodólares no pudo estatalizar el sistema educativo, ni destruir
los lazos de confianza recíproca entre las personas que caracterizan las base
cultural de la sociedad civil, independientemente del tipo y características de
las organizaciones que la integran, el “ilegítimo”,
sin esos atributos y recursos, obviamente no podrá hacerlo. Los
venezolanos debemos dejar de subestimarnos, no necesitamos de un nuevo Chávez
para salir del “postchavismo”,
es decir, de un nuevo “salvador
de turno”, pues es la cultura democrática y de resistencia
férrea y corajuda la que terminará por desmontar a esa podrida estructura de poder
que pretende instaurar otra modalidad de totalitarismo condenada a un rotundo
fracaso.
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